Ángel genuino
Su rostro alargado cual arte inmaculado, sobresalía entre esa cabellera
enorme y ondeada. Era una flor, con sus pétalos abiertos en plena mañana de
primavera.
La piel cobriza, me llamaba a rendirme. Sus pupilas negras, se asemejaban a astros
prisioneros en dos galaxias, blancas como nieve. La boca ancha, melosa,
incitaba al beso, al deseo dulce y al abrirse, dejaba escapar las palabras
inquebrantables de la pureza. Sus manos finas y su talle delgado, permanecían
cual perfecta imagen de algún pintor, que enloqueció de amor.
¡Era ella! Sin duda.
Me anclé a su mirada y traspasé los sueños más hermosos en segundos,
como si jamás antes, hubiese tenido vida. El yunque indomable de mi corazón,
parecía un pequeño papel de seda en la
tempestad de mi pensamiento.
Todo era real, solo debía dejar de besarla con mis
ojos y hablarle de este cometa, de mi amor, que hoy la encontró y en la órbita
de sus días, permanecería hasta el fin de los tiempos.
Mis manos, enloquecían en la distancia apacible y el
volcán de mi interior, chocaba con su fuego las playas azuladas de mi alma, la que
flotaba en el frenesí de la alegría.
¡Era ella! Sin duda.
Ángel genuino en perfección.
De pronto, una voz llena de ansias, que venía de algún lugar lejano,
pero cada vez más insistente, me decía:
¡Nacho, Nacho!...Por
favor responde, por favor amigo,… ¡Despierta! Todo está bien,… tu operación, fue un éxito.